La ciencia avanza gracias a las mentes que se atreven a desafiar los límites, sin importar desde qué lugar del mundo provengan. Ese es el caso de un grupo de profesionales venezolanos que, desde Utah, están redefiniendo la manufactura química en Estados Unidos mediante soluciones industriales inspiradas en conocimientos académicos de hace casi medio siglo.
En 1975, los investigadores J. Ruzicka y E. H. Hansen marcaron un hito en la química analítica con el desarrollo del Flow Injection Analysis (FIA), una técnica que permitió automatizar reacciones químicas con un nivel de precisión y rapidez sin precedentes. Aquella idea concebida para experimentos de laboratorio ha sido reinterpretada y adaptada por equipos de PM Chemical Solutions y Canyon State Industries —compañías con operaciones en Utah— para convertirse en una plataforma industrial de producción continua diseñada y construida por talento venezolano.
El resultado es una innovadora tecnología de síntesis química en flujo continuo que posibilita la fabricación en tiempo real de una amplia diversidad de compuestos para los sectores agrícola, petroquímico y manufacturero. A diferencia de los procesos por lotes, este sistema ofrece operación ininterrumpida, automatización avanzada, optimización energética y una notable disminución en la generación de desechos.
Este salto tecnológico no solo impulsa la eficiencia industrial, sino que también fortalece la economía local. La producción continua permite obtener materiales más estables, costos operativos más competitivos y procesos más sostenibles, consolidando a Utah como un referente emergente en manufactura química avanzada.
Venezolanos liderando la transformación
Al frente de este desarrollo se encuentra el Dr. Nolberto Piña, químico con dos décadas de trayectoria internacional en formulación industrial, quien trabaja junto a un equipo multidisciplinario conformado por la Dra. Elba de Báez, César Barreto, José Martínez, Moisés Méndez, Norbelis Piña, Genaro Rojas y César Atencio. Muchos de ellos forman parte de la diáspora venezolana que emigró en busca de nuevas oportunidades, encontrando en la adversidad una motivación para innovar.
“Lo que hacemos aquí va más allá de fabricar productos; es demostrar el potencial creativo de la ciencia latinoamericana cuando tiene el espacio para desarrollarse”, destaca el Dr. Piña, subrayando la visión que inspira el proyecto.
Su trabajo simboliza mucho más que un avance técnico: es un testimonio de resiliencia, integración cultural y reinvención profesional. Especialistas que alguna vez impulsaron sectores como el petrolero, farmacéutico o manufacturero en Venezuela hoy aportan su conocimiento al progreso científico estadounidense, llevando consigo una perspectiva donde la ciencia conecta países, experiencias y propósitos.
La historia que se está tejiendo en Utah confirma que la innovación no pertenece a un territorio, sino a las personas que creen en su capacidad de transformar realidades. Desde un concepto nacido entre tubos de ensayo hasta un sistema industrial en operación, esta iniciativa demuestra que cuando el conocimiento se une con pasión y visión humana, la ciencia se convierte en motor de cambio para el mundo
